La alimentación de los bebés y los niños pequeños es fundamental para un crecimiento y desarrollo saludable. Los primeros dos años de vida son especialmente importantes, ya que la nutrición óptima durante este periodo de tiempo reduce el riesgo de enfermedades crónicas y mejora el desarrollo en general.
La Sección de Lactancia Materna de la Academia Americana de Pediatría, el Colegio de Obstetras y Ginecólogos, la Academia Americana de Médicos de Familia, la Academia de Medicina de la Lactancia Materna, la Academia de Nutrición y Dietética y muchas otras organizaciones de salud recomiendan la lactancia exclusiva durante los primeros 6 meses de vida.
Los primeros 1,000 días de vida, que van desde el embarazo, hasta el segundo cumpleaños del niño, son sumamente importantes, ya que este es un período de tiempo en el que el crecimiento y el desarrollo es muy rápido. Además, este tiempo es clave para establecer patrones de alimentación saludable, que pueden influir en la aceptación, el consumo de alimentos y la salud en el transcurso de la vida.
La Organización Mundial de la Salud y el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) recomiendan:
- Iniciar la lactancia materna en la primera hora de vida.
- Lactar exclusivamente durante los primeros seis meses de vida.
- Introducir los alimentos complementarios, seguros y nutricionalmente adecuados, a partir de los seis meses.
- Continuar con la lactancia materna hasta los dos años o más.
Alimentación Complementaria
Se recomienda la lactancia materna de forma exclusiva durante los primeros 6 meses de edad y, a partir de ese momento, comenzar con los alimentos complementarios, manteniendo la lactancia a demanda.
Alrededor de los 6 meses, las necesidades energéticas y nutricionales del bebé empiezan a aumentar, por lo que se hace necesaria la introducción de alimentos complementarios. Estos nuevos alimentos complementan la leche materna, no la sustituyen.
A esta edad, los bebés suelen estar lo suficientemente desarrollados para recibir otros alimentos. Sin embargo, cada bebé presenta señales que indican que ya está listo para comenzar con la alimentación complementaria, según su desarrollo motor y oral. :
Entre estas señales están:
- Poder controlar la cabeza y el cuello
- Sentarse solo o con apoyo
- Presentar un interés activo por los alimentos
- Ser capaz de coger la comida con la mano y llevarla a la boca
- Desaparición del reflejo de extrusión (empujar los alimentos con la lengua)
La leche materna continúa siendo una fuente importante de energía y nutrientes para los niños de 6 a 23 meses. Los niños en este grupo de edad consumen pequeñas cantidades de alimentos, por lo que es importante hacer que cada bocado cuente.
Algunos principios para una alimentación complementaria apropiada son:
- Empezar a los 6 meses con cantidades pequeñas de alimentos e ir aumentando gradualmente
- Continuar con la lactancia materna a demanda hasta los dos años o más
- Ofrecer variedad de alimentos, ricos en nutrientes
- Ofrecer una alimentación que responda a las necesidades del niño. Dar el espacio para comer lenta y pacientemente motivándolos a comer sin forzarlos.
- Mantener una buena higiene y manipular los alimentos adecuadamente, para así disminuir el riesgo de contaminación.
¿Con qué alimentos y cómo comenzar?
Aunque no hay unos alimentos mejores que otros para comenzar con la alimentación complementaria, sí hay recomendaciones generales que cada familia debe individualizar según sus gustos y necesidades.
Entre estas recomendaciones se encuentran:
- Fomentar todos los grupos de alimentos para asegurar un consumo variado
- Dar prioridad a los alimentos altos en hierro y zinc
- No añadir azúcar ni sal
Es importante fomentar el consumo de todos los grupos de alimentos para asegurar una ingesta adecuada de nutrientes, fomentar la aceptación de los alimentos y encaminar a tus niños hacia un patrón de alimentación saludable.
Tus hijos comerán bien si en casa se come bien. Los niños aprenden más por lo que ven, que por lo que se les dice y es nuestra responsabilidad dar el ejemplo. Los padres y cuidadores debemos mostrar una actitud positiva al presentar los alimentos.
Si alguno de los alimentos que le ofreces a tu niño, es rechazado, debes volver a ofrecérselo en el futuro.
Bebé está probando nuevas texturas y sabores por primera vez y puede necesitar de 8 a 10 exposiciones antes de aceptar un nuevo alimento.
El ofrecimiento repetido de alimentos, especialmente de frutas y vegetales, aumenta la probabilidad de que los acepte.
No se recomienda ofrecer jugos antes de los 12 meses. Y durante el segundo año, los jugos tampoco son necesarios, aún los 100% fruta. El alto consumo de jugos puede provocar una ganancia inadecuada de peso y desplazar otros alimentos.
Es por eso que se prefiere el consumo de frutas frescas. Sin embargo, en caso de ofrecerlos, los niños de 1 a 3 años de edad, deben limitar el consumo de jugo, 100% fruta, a no más de 4 onzas por día en vaso, no en biberón.
¿Qué cantidad ofrecer?
La introducción a la alimentación complementaria es un proceso gradual. Inicialmente, lo que comen es poco, ya que están en un proceso de exploración. Con el tiempo, el niño aumentará la cantidad de lo que come, según va creciendo.
Los niños necesitan menos comida de la usualmente se les sirve en el plato. Es el mismo niño quien decide qué cantidad comer. No los fuerces a que se lo coma todo. Si ya no tiene hambre, es que ya no necesita más alimento.
Al igual que ocurre con la lactancia, con la alimentación complementaria es igualmente importante respetar las señales de hambre y saciedad, como parte de su auto regulación de ingesta de alimentos. Es por esto, que el enfoque debe estar en la calidad del alimento, más que en la cantidad que se consume.
La preferencia por la comida saludable y variada, a medio y largo plazo, depende de los hábitos de alimentación que tenga cada familia. Hay familias que aprovechan el momento de la introducción a la alimentación complementaria para revisar la alimentación familiar y mejorarla.
Ser el ejemplo y comer en familia los mismos alimentos en un ambiente agradable, favorece la aceptación de los alimentos. De esta forma tendrán más interés por consumir los mismos alimentos saludables que el resto de la familia, lo que los lleva a desarrollar hábitos alimentarios más saludables y una relación positiva con la comida.